MADRID 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
En un descubrimiento sorprendente, un equipo de investigadores de la Universidad de Boston (Estados Unidos) ha observado cómo bacterias expuestas a microplásticos se volvieron resistentes a varios tipos de antibióticos que se usan comúnmente para tratar infecciones. De esta forma, en un artículo publicado en 'Applied and Environmental Microbiology' concluyen que los microplásticos podrían estar alimentando la resistencia a los antibióticos.
Asimismo, insisten en que la situación es especialmente preocupante para las personas que viven en áreas empobrecidas y de alta densidad, como los asentamientos de refugiados, donde el plástico desechado se acumula y las infecciones bacterianas se propagan fácilmente.
Cabe contextualizar que los microplásticos (pequeños fragmentos de desechos plásticos) están por todo el planeta . Han ascendido por las cadenas alimentarias, se han acumulado en los océanos, se han agrupado en las nubes y en las montañas y se han encontrado en nuestro cuerpo a un ritmo alarmante. Los científicos han estado trabajando arduamente para descubrir los impactos imprevistos de tanto plástico dentro y alrededor de nosotros.
"El hecho de que haya microplásticos por todas partes, y más aún en lugares empobrecidos donde el saneamiento puede ser limitado, es una parte sorprendente de esta observación", dice Muhammad Zaman, profesor de ingeniería biomédica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Boston, que estudia la resistencia a los antimicrobianos y la salud de los refugiados y los migrantes.
"Sin duda, existe la preocupación de que esto pueda presentar un mayor riesgo en las comunidades desfavorecidas, y solo subraya la necesidad de una mayor vigilancia y un conocimiento más profundo de las interacciones [entre microplásticos y bacterias]", afirma.
En el Laboratorio Zaman, los investigadores probaron rigurosamente cómo reaccionaba una bacteria común, Escherichia coli (E. coli), al estar en un entorno cerrado con microplásticos. "Los plásticos proporcionan una superficie a la que las bacterias se adhieren y colonizan", afirma Neila Gross (ENG'27), candidata a doctora en ciencias e ingeniería de materiales de BU y autora principal del estudio. Una vez adheridas a cualquier superficie, las bacterias crean una biopelícula, una sustancia pegajosa que actúa como un escudo, protegiendo a las bacterias de los invasores y manteniéndolas fijadas de forma segura. Aunque las bacterias pueden desarrollar biopelículas en cualquier superficie, Gross observó que el microplástico sobrealimentaba tanto las biopelículas bacterianas que cuando se añadían antibióticos a la mezcla, el medicamento no podía penetrar el escudo.
"Descubrimos que las biopelículas de los microplásticos, en comparación con otras superficies como el vidrio, son mucho más fuertes y gruesas, como una casa con una tonelada de aislamiento", apunta Gross. "Fue asombroso verlo". La tasa de resistencia a los antibióticos en los microplásticos era tan alta en comparación con otros materiales que realizó los experimentos varias veces, probando diferentes combinaciones de antibióticos y tipos de material plástico. En cada ocasión, los resultados se mantuvieron constantes.
"Estamos demostrando que la presencia de plásticos hace mucho más que simplemente proporcionar una superficie para que las bacterias se adhieran: en realidad, están provocando el desarrollo de organismos resistentes", detalla Zaman, quien dirige el Centro de Desplazamiento Forzado de la Universidad de Boston , cuya misión es mejorar las vidas de las personas desplazadas en todo el mundo. Investigaciones anteriores han descubierto que los refugiados, los solicitantes de asilo y las poblaciones desplazadas por la fuerza corren un mayor riesgo de contraer infecciones resistentes a los medicamentos, debido a que viven en campamentos superpoblados y tienen mayores barreras para recibir atención médica.
Gross y Zaman afirman que el próximo paso de su investigación es averiguar si sus hallazgos en el laboratorio se pueden trasladar al mundo exterior. Esperan iniciar estudios con socios de investigación en el extranjero para observar los campos de refugiados en busca de bacterias y virus resistentes a los antibióticos relacionados con los microplásticos. También pretenden averiguar los mecanismos exactos que permiten que las bacterias mantengan un dominio tan fuerte sobre el plástico.
"Los plásticos son muy adaptables", matiza Gross. Asimismo, explica que su composición molecular podría ayudar a que las bacterias prosperen, pero no está claro cómo sucede eso. Una teoría, dice, es que los plásticos repelen el agua y otros líquidos, lo que permite que las bacterias se adhieran fácilmente. Pero con el tiempo, los plásticos comienzan a absorber humedad. Eso significa que es posible que los microplásticos absorban antibióticos antes de que lleguen a las bacterias objetivo. También descubrieron que incluso cuando los microplásticos se eliminaron de la ecuación, las bacterias que alguna vez albergaron mantuvieron la capacidad de formar biopelículas más fuertes.
"Con demasiada frecuencia, estas cuestiones se analizan desde una perspectiva política, de relaciones internacionales o de inmigración, y todas ellas son importantes, pero lo que a menudo se pasa por alto es la ciencia básica", finaliza Zaman. "Esperamos que este artículo pueda hacer que más científicos, ingenieros e investigadores reflexionen sobre estas cuestiones".